Octavo Día

El Corazón traspasado

“Cuando llegaron a Jesús, viendo que estaba muerto no le quebraron las piernas, pero un soldado le abrió el costado de una lanzada y al punto salió sangre y agua. El que lo vio lo atestigua y su testimonio es fidedigno; sabe que dice la verdad, para que ustedes crean” (Jn19, 33-35).

SALMO 21

Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? A pesar de mis gritos, mi corazón no te alcanza. Pero yo soy un gusano, no un hombre, vergüenza de la gente, desprecio del pueblo; al verme se burlan de mí, hacen visajes, menean la cabeza: «Acudió al Señor, que lo ponga a salvo; que lo libre, si tanto lo quiere.»

Me acorrala un tropel de novillos, me cercan toros de Basán; abren contra mí las fauces leones que descuartizan y rugen. Estoy como agua derramada, tengo los huesos descoyuntados, mi corazón, como cera, se derrite en mis entrañas. Me taladran las manos y los pies, puedo contar mis huesos. Ellos me miran triunfantes. Se reparten mi ropa, echan a suerte mi túnica.

Pero Tú, Señor, no te quedes lejos; fuerza mía, ven corriendo a ayudarme. Contaré tu fama a mis hermanos, en medio de la asamblea te alabaré. Fieles del Señor, alábenlo; linaje de Jacob, glorifíquenlo; témanlo, linaje de Israel.

Porque no ha sentido desprecio ni repugnancia, hacia el pobre desgraciado no le ha escondido su rostro: cuando pidió auxilio, le escuchó. Él es mi alabanza en la gran asamblea, cumpliré mis votos delante de sus fieles. Los desvalidos comerán hasta saciarse, alabarán a Dios los que lo buscan; viva su corazón por siempre. Lo recordarán y volverán al Señor, hasta de los confines del orbe; en su presencia se postrarán las familias de los pueblos.

MEDITACIÓN

Señor Jesús, nos revelaste el nombre del Padre. Nos diste el gran mandamiento del amor. Nos encomendaste tu Sacrificio para celebrarlo en memoria tuya, hasta que vuelvas. Oraste por los creyentes reunidos en tu nombre para que fuesen solamente uno y el mundo creyera. Rogaste por tus verdugos. Completaste la obra para la que te envió el Padre. Nos diste a tu madre. Todo está cumplido. Entregaste tu Espíritu. Te contemplamos con el Corazón traspasado por la lanza. Verdaderamente eres el Hijo de Dios. Te adoramos.

Señor, de tu costado abierto brotaron la sangre y el agua, signos de la vida que das a quienes creen en Ti. La Iglesia nace de tu Corazón traspasado. Somos tu Iglesia y bebernos incesantemente de esa fuente el Espíritu, que nos hace Iglesia y derrama en nuestros corazones el amor y la voluntad de servir.

Recibimos de tu Corazón el corazón nuevo, que creaste en nosotros; entramos en la Nueva Alianza, en la que compartes con todos los hijos de Dios los sentimientos de tu Corazón, por tu costado abierto nos das la perdida confianza en el amor del Padre, el ánimo de seguirte en el servicio del Reino, la fuerza de amar a los pobres y a los pequeños, la voluntad de construir la verdad, la justicia y la paz.

ORACIÓN

Señor, perdónanos nuestra negativa a amar, nuestras faltas de fe y de esperanza. Por tu Espíritu, concédenos amar en Ti y contigo. Por la ofrenda de nuestro débil amor, concédenos participar en el misterio de salvación que ofreces a todos los seres humanos. Danos poder “completar en nosotros lo que falta a tus sufrimientos” por tu Cuerpo, que es la Iglesia. Que cada Eucaristía sea de verdad para nosotros el memorial de tu amor salvador. Que la escucha de tu Palabra, la comunión de tu Cuerpo y Sangre sean para nosotros perdón de los pecados y fuente de gracia en nuestra vida cotidiana. Que contigo y con Nuestra Señora, en comunión con todos los Santos, intercedamos por todas las necesidades de la Iglesia y del mundo. Que seamos adoración y alabanza, Haz que, congregados y unidos a ti, seamos, más cada vez, Pueblo de la Alianza, enviado a proclamar las maravillas de Dios, Concédenos, finalmente, que, después de haber vivido y amado corno Tú, resucitemos un día a la vida eterna.