Tercer día

El Corazón del Servidor

“Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo único, para que quien crea no perezca, sino tenga vida eterna” (Jn 3,16). “Amo al Padre y actúo en conformidad con lo que el Padre me mandó” (Jn 14,31). “El Hijo del Hombre no vino a ser servido, sino a servir y a dar su vida corno rescate por todos” (Mt 20, 28).

SALMO 144

El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad; el Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas.

El Señor es fiel a sus palabras, bondadoso en todas sus acciones. El Señor sostiene a los que van a caer, endereza a los que ya se doblan.

Los ojos de todos te están aguardando, Tú les das comida a su tiempo; abres Tú la mano y sacias de favores a todo viviente.

El Señor es justo en todos sus caminos, es bondadoso en todas sus acciones; cerca está el Señor de los que le invocan, de los que le invocan sinceramente.

Satisfice los deseos de sus fieles, escucha sus gritos y los salva. El Señor guarda a los que lo aman, bendigan su santo nombre por siempre.

MEDITACIÓN

Señor Jesús, que nos dices: “Amo a mi Padre y actúo conforme a su voluntad”. “Mi alimento es hacer la voluntad de mi Padre”.  En Ti se cumple la profecía de Isaías: “He aquí a mi Siervo, a quien yo sostengo, mi elegido, el preferido de mi Corazón. He puesto mi Espíritu sobre El y por él las naciones conocerán mis juicios. No clamará, no gritará, ni alzará su voz en las calles. No romperá la caña quebrada, ni aplastará la mecha que está por apagarse. Hasta que reine el derecho en la tierra. En su nombre pondrán las naciones su esperanza” (Mt 12, 17-21; Is 42,1-4).

El Padre nos confió a tu Corazón y Te entregaste por nosotros irrevocablemente. Servidor del amor del Padre, Te pusiste al servicio de nosotros, los pobres y pequeños. Las obras que realizaste son tu servicio; lo son las palabras pronunciadas por Ti, para librarnos del mal y de la muerte, de la injusticia y de la violencia, del egoísmo y del orgullo.

Servidor del amor del Padre, nos devuelves la vida, nos quieres en pie, felices, lúcidos, amorosos corno Tú. En consecuencia, llegas hasta el final: “Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen… Hágase tu voluntad” (Lc 23, 34ss). Llegas hasta el último servicio, entregas tu vida en la cruz.

Tu muerte es tu victoria sobre el mal y sobre la muerte. Resucitado, derramas tu Espíritu sobre tu Iglesia y la envías al mundo entero, llevando palabras de perdón y de vida; la envías, pobre y débil, a levantar, a servir contigo y en Ti a todos los hombres y mujeres corno hermanos. Y te descubre a Ti en el hambriento, en el preso, en el enfermo, en el niño, en el hermano…

ORACIÓN

¡Bendito seas, Señor, por tanto amor! ¡Bendito seas, por tu rostro descubierto! ¡Bendito sea, por tu perdón ofrecido sin cesar y sin cesar compartido! Danos a nosotros, da a tu Iglesia tu Espíritu de servicio, para trabajar resueltamente en favor de los más desprotegidos. Derrama sobre nosotros tu Espíritu de ternura y fidelidad para que te reconozcamos y te sirvamos en el pobre y en el pequeño. Haznos capaces de amar en la rutina de cada día. Sé nuestra fortaleza y nuestra perseverancia en las pruebas, en las dudas y en las tentaciones. Sé nuestra Alegría para realizar, como María, la humilde servidora del Señor la obra que nos has confiado, para gloria de Dios y salvación del Mundo.